Hoy, día del Apocalipsis maya, es un buen momento para no dejar que el fin del mundo se quede en anécdota y empezar a cambiar cosas para que, desde ya, el mundo que dejamos ayer sea totalmente diferente al de mañana. Preferiblemente a mejor, claro. Por eso, he hecho mi lista, actualizable con el tiempo, con las cosas sobre las que estoy en contra, y por tanto, una vez identificadas, proceder a evitar, actuar y modificar en mi entorno. Aquí va:
La palabra incondicional. Ningún amor debería ser tan incondicional como permitir una falta de respeto, un abuso, un engaño, una sumisión. Ninguna amistad debería ser tan incondicional como para no poder decir "no, estás equivocado", cuando tu amigo lo hace mal.
Las colillas. Están en la calle, en la arena de la playa, en los bares... Son pequeñas, están chupadas y carcomidas y suponen un peligro en los bosques y en los mares. ¡A ver si usamos las papeleras, coño!
Decir que SÍ cuando se quiere decir NO. Por presión social. Por cobardía. Por indecisión. Por lo que sea. Que no te engañen. Ir en contra de lo que tu crees es morir un poquito por dentro.
Que te pidan hablar más bajo. ¿Por qué? Si yo HABLO ASÍ. Igual que camino así, me río así y lloro así. ¿Por qué voy a expresarme como tú quieres y no como soy yo? ¿POR QUÉ?
Que alguien que no conozco me pida amistad en Facebook. En serio, no.
Los amores imposibles. Son dos palabras que nunca pueden ir unidas. El amor es bonito, es sincero y es real. Si es imposible es porque alguna de las anteriores premisas no se está cumpliendo.
Decir "muchísimo" después de "te quiero". A pesar del superlativo, se nota que quieres menos.
De fingir lo que no eres, cuando es mucho más fácil ser de verdad aquello que finges.
Y tú... ¿estás en contra de algo? ¡Desahógate!