lunes, 18 de marzo de 2013

Senda Mina de la Trinidad

Entre tanta lluvia Málaga nos regaló un lunes casi de verano, así que había que aprovecharlo volviendo a la Sierra de Mijas para una nueva ruta por el monte. En esta ocasión, acompañado de mi amigo Fran y  con un plan que incluía minas abandonadas, pendientes de hasta un 47,7%, suelos inestables después de las últimos diluvios, vistas increíbles de Benalmádena, Fuengirola y Mijas, y una bolsa de ganchitos que aportó sabor a la caminata. Pero como diría Jack el Destripador, vayamos por partes.

Esta senda, la R-5, se inicia cerca de la Estupa Budista que domina, desde Benalmádena Pueblo, toda la costa. Subiendo hacía la autopista, vemos un pequeño tunel que la atraviesa por debajo, y tras la cual se inicia la senda. Por supuesto, la señalización destacaba por su ausencia, al igual que en la mayor parte del recorrido, siendo una pena que el Ayuntamiento no haga más esfuerzos en mantener estas rutas que, por otro lado, promocionan en su propia página web.



Seguimos el camino, casi siempre bordeando la autopista aunque desde una posición más elevada, hasta que nos encontramos con una primera subida fuerte hacia el interior que nos lleva inmediatamente a la mina de la Trinidad. La entrada a la mina está bastante oculta aunque al lado hay un cartel y un abrevadero, y su interior muy oscuro, así que fundamental las linternas. Al parecer, se trata de una mina de ocre que fue explotada en la primera década del siglo XX, y cuyas galerías interiores son bastante grandes y ricas en estalactitas de limonita. Navegando por Internet veo que mucha gente, además, las coge de recuerdo, por lo que la mina está bastante saqueada y sin ningún tipo de señalización o protección alguna, lo cual es una pena. Para que os hagáis una idea de la magnitud de la mina, os dejo con un gráfico de un aficionado que he encontrado aquí y la entrada a la misma vista desde dentro. Nosotros la verdad es que no pasamos de la galería de la entrada, pero nos hicimos una idea de cómo tenía que ser ir a trabajar a un sitio así: oscuridad, humedad, frío... y la sensación de que estás bajo tierra  y totalmente incomunicado del exterior. 


Continuamos la ruta con el espléndido paisaje de Fuengirola y Mijas siempre a nuestra izquierda, hasta que llegamos a la cresta de la montaña, desde donde hay varios montículos de piedra dejados sin duda a modo de miradores. Para mí, el sitio que más vale la pena de la ruta, aunque aún quedaba el final, coronar el Cerro del Moro, a 850 metros de altitud, con el repetidor de Mijas bien visible a medida que vas ascendiendo.


Este último tramo es, sin duda, el más duro. Media hora de subida a prueba de valientes. Menos mal que al llegar al repetidor nos esperaba ya la bajada por el otro lado del monte, al abrigo de la sombra de los árboles, a través de la ruta de R-6 y R-4. En total, la subida fueron 5 km duros, sobre todo por el estado del camino, pero que valen la pena.



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