Son 74.000 km cuadrados de paz en la zona de Montemar, donde antiguamente se situaba una batería defensiva de costa. De ahí que su principal atracción sean los tres emplazamientos artilleros con cañones de los años 30 y bunkers incluidos. Desde los cañones se ve claramente el por qué de ese emplazamiento: desde su altura dominaban toda la costa y, por tanto, podían enviar un mensaje en forma de obús lo que me recordó a ese corto genial de los Monty Pythons que abre su film El sentido de la vida, en el que dos edificios se lían a cañonazos al modo pirata. Y es que, aunque los tiempos han cambiado y los cañones ya son piezas de museo, sigue habiendo mucho pirata por ahí... Y a falta de palo mayor al que subirse para localizar enemigos, al lado de las baterías hay una torre de 14,7 metros accesible por escaleras o ancensor, y desde donde tenemos una estupenda vista.
Para los que aún les quede espíritu navegante, el parque tiene un lago artificial con su embarcadero y todo desde donde puedes coger una barca por un euro la media hora. El lago es como una piscina enorme, pero con cosas tan exóticas como una Virgen semihundida entre chorros de agua. Historia, modernidad y clasicismo en un mismo espacio. Los guiris deben flipar con nosotros.
Si todo esto no hace que un crío se vuelva loco en este parque, lo hará la estupenda zona de juegos para todas las edades con tiovivo incluido, en la que lo que más me impresionó fue un árbol decorado... ¡con chupetes!
No es el Retiro, y quizás no es el mejor parque de la Costa del Sol, pero es un buen lugar para tumbarte en la hierba con un libro, dejar que tus hijos jueguen a gusto, conocer un poco de Historia y tener una buena panorámica de la costa. ¿Se puede pedir algo más?
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