domingo, 9 de diciembre de 2012

Literatura urbana

Me gusta el centro histórico de Málaga. No por sus variadas posibilidades de ocio nocturno, que ciertamente empobrecen bastante la visión a ciertas horas de la noche, sino porque en ese espacio tan reducido confluyen desde vestigios romanos, joyas renancentistas, restos árabes, lugares sagrados del cante jondo, edificios modernistas y en general calles con mucho encanto.  

Perderse por el centro de Málaga, por tanto, es una oportunidad de perderse entre balcones decimonónicos y patios flamencos, y sentirse tan romano, tan nazarí o tan burgués como todos aquellos que pusieron su piedra para que Málaga sea lo que es hoy en día.

Y precisamente perdiéndose por el enjambre de calles imposibles, descubrí una serie de frases tan inmortales como la ciudad que tatuaban las paredes de algunos edificios. ¿Con qué fin? No lo sé. ¿Quién las puso allí? Un misterio. Pero entre ellas, y las que aún pueda descubrir, conforman una ruta para conectar con el destino inmortal que a todos nos aguarda en esta ciudad.

La primera que descubrí fue en la calle Arco de la Cabeza, y con un gran [sic] revela una gran verdad con la que me siento muy identificado. Es del poeta griego Constantino Petrou Cavafis.



La segunda, en la calle Pozos Dulces, una frase atribuída a un poeta romano, Quinto Horacio Flaco (65 a.C. - 8 a.C.), que me recuerda el estado de ánimo con el que tengo que afrontar mi nueva vida aquí.



La tercera frase, también en Pozos Dulces, es de Rafael Alberti y, sin duda, no debemos olvidarla nunca.


1 comentario:

  1. Esas frases se reparten por la ciudad para inspirar al caminante y darle un poco de poesía a los paseos rutinarios. Deberían existir en todas las ciudades. :)

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