viernes, 15 de febrero de 2013

¿Por qué correr?

Mi afición al running empezó en Madrid. Un día, unos compañeros de trabajo me liaron para hacer con ellos una carrera de 6 km, y empecé a entrenarme en la cinta del gimnasio. Cuando por fin corrimos, me gustó tanto el ambiente, el compañerismo y, sobre todo, el sobrepasar la línea de llegada, que seguí entrenándome. Poco a poco fui saliendo del gimnasio y fui apuntándome a carreras de más tirada. La sensación de libertad seguía ahí, enmascarada en el sufrimiento de las piernas, en la pereza de salir del calor de la cama al frío de la calle, en el cansancio de terminar jornadas de 10 horas de trabajo delante del ordenador y cruzar media ciudad para sudar una horita más. En las carreras, algunas veces me emocionaba tanto al inicio que en seguida estaba sin fuelle. Otras veces vomitaba a medio camino el desayuno. Iba aprendiendo a conocer mi cuerpo y mis limites kilómetro a kilómetro, y aunque no siempre veía recompensado el esfuerzo, siempre volvía a por más. 

Sin embargo, cuando llegué a Málaga después de un verano de descanso, no estaba motivado para correr. La rodilla me dolía, la respiración se entrecortaba y terminar cinco kilómetros se me hacía un mundo. Aunque en realidad, lo que no respondía era la mente. Mis pensamientos eran débiles y dolorosos, lo contrario que el tiempo en Málaga, siempre soleado e ideal para el deporte. 


Tuve la suerte de encontrar una motivación. En realidad, cinco motivaciones con nombres y apellidos, que me han hecho volver no sólo a correr, sino a disfrutarlo como no conseguía hacerlo en Madrid. Si ahora tengo la cara tostada por el sol, mis pies se recuperan en el agua del mar y mi muñeca luce un Where is the limit?, es por ellos. Si ahora madrugo los sábados con ilusión, conozco cada fuente de agua desde Marbella al Rincón de la Victoria y mi facebook se ha convertido en una colección de tiempos y fotos de gente sudada, es por ellos. Si he salido a correr con lluvia, con viento o de noche, es por ellos. Y en realidad por mí.

Porque ahora he vuelto a encontrar el sentido a correr.

Porque, como dice este vídeo, correr  es saludable; elimina calorías; mejora la circulación y oxigena mejor los tejidos; aumenta los niveles de serotonina y endorfinas; estimula la formación de masa osea; elimina la hormona del estrés, el cortisol; produce mayor elasticidad en los vasos sanguíneos. Correr te da calidad de vida. Pero no es lo mejor. Lo mejor es tener a tu lado a gente como ellos. Sencillamente, me hacen bien.

¿Por qué corro?

Corro por Teresa, que me obliga a superarme, a correr cada fin de semana un kilómetro más, y a madrugar los sábados para aprovechar bien el día.

Corro por Germán, que me enseña a ningunear el sufrimiento, a seguir adelante con una sonrisa aunque tus rodillas digan que no puedes más, a esperar lo mejor de cada día.

Corro por Carolina, que me demuestra que lo importante no son los kilómetros que hagas, sino empezar a correr, dar el máximo y no rendirse pase lo que pase.

Corro por Esther, que ama el deporte sobre todas las cosas y encuentra en él la paz interior que la hace feliz.

Corro por Fran, por su ejemplo de generosidad y compañerismo, por su amistad y por todos los kilómetros que aún nos faltan por recorrer.

Porque un gran corazón es la mejor gasolina para las piernas. Porque el viaje es la recompensa. Porque puedo hacerlo, y lo hago. Por eso corro. ¿Y tú?


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